La nueva gestión ha entendido muy bien la tarea de reconstruir el poder de la rectoría por sobre los claustros.Hábilmente, no se intenta integrar a la comunidad educativa a las decisiones, sino que se actúa, en las antípodas de la democratización, apostando a dividir con medidas inconsultas. La nueva mesa de examen en Marzo y la entrega de las netbooks del programa nacional conforman a algunos, mientras que se perjudica a todos intentando vaciar una fotocopiadora de buen funcionamiento.
En la misma línea, se cerró un curso en el vespertino y se redujo el uso del campo: el objetivo es claro, cumplir con el mandato del Rectorado de la UBA consiguiendo fondos a cualquier costo, detrás de una cortina de simpatía. Mientras tanto, la transparencia institucional está cada vez más lejos con el curioso desplazamiento casi ilegal de los encargados de las compras y la tesorería.
Con todo esto, disciplinar es prioridad: los docentes, que ya no pueden elegir a sus jefes de departamento sino mediante una terna, trabajan cada vez con más miedo y los estudiantes día a día lidian con infinitas trabas para desarrollar sus actividades gremiales.
Nosotros consideramos que a este modelo de reestructuración para los negociados hay que responderle con la consolidación de un modelo de colegio distinto, más allá del partidismo, educativo, plural, igualitario. Apostamos a la participación, al debate de las cuestiones de fondo, donde como graduados debemos aportar desde nuestra experiencia como ex-alumnos, pero también como ciudadanos, estudiantes universitarios y laburantes
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